
Recientemente, el Estadio Santiago Bernabéu vibró no solo con la energía de Karol G, sino también con el regreso de una voz que muchos añoraban. Amaia Montero, la icónica vocalista de La Oreja de Van Gogh durante más de una década, se unió a la estrella colombiana para interpretar «Rosas», uno de los himnos que marcaron a toda una generación.
Esta aparición estelar reavivó el interés por una de las historias más comentadas de la música española: la salida de Amaia de la banda en 2007. Un adiós que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue despertando interrogantes.
Amaia emprendía su camino en solitario
Recordemos que la banda vasca, tras un concierto en Tenerife en junio de aquel año, anunciaba una pausa para preparar su quinto álbum. Lo que nadie esperaba era el comunicado que meses después sacudiría a sus seguidores: Amaia emprendía su camino en solitario.
Las especulaciones no se hicieron esperar. Se habló de roces internos, de diferencias creativas, incluso de un supuesto enfrentamiento con Pablo Benegas, guitarrista y compositor del grupo. Sin embargo, tanto Amaia como La Oreja de Van Gogh se esforzaron en desmentir cualquier conflicto. En sendos comunicados, ambos hablaron de una decisión meditada, de un nuevo rumbo tomado desde el respeto y el cariño mutuos.
A pesar de las declaraciones, la sombra de la duda persistió. No fue hasta años después, durante una entrevista en Antena 3, que Amaia rompió el silencio y se sinceró sobre los motivos de su partida. La cantante descartó de forma tajante cualquier rencilla personal y lo atribuyó a un cúmulo de factores, al desgaste propio de una convivencia prolongada y a la necesidad de explorar nuevos horizontes artísticos. «Queríamos cosas distintas», sentenció.
La salida de Amaia supuso un punto de inflexión tanto para la banda como para su carrera. La Oreja de Van Gogh, con Leire Martínez como nueva vocalista, supo reinventarse y mantener su lugar en la escena musical. Amaia, por su parte, se enfrentó al reto de construir una identidad propia más allá del grupo que la vio nacer.
El tiempo, como suele suceder, ha ido calmando las aguas. La emotiva interpretación de «Rosas» junto a Karol G, coreada por miles de personas, es una muestra de que el cariño del público hacia Amaia sigue intacto. Una noche para el recuerdo que nos recuerda el poder de la música para trascender el tiempo y las circunstancias.

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